La sequía provocará un alza de precios de los alimentos y podría disparar la inflación hasta el 4,5%

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La sequía que azota España este año debido a la falta de precipitaciones y el aumento implacable de las temperaturas en la mayor parte del país -con los embalses de la Península en mínimos- presionará al alza los precios de los alimentos durante los próximos meses y podría, en combinación con otros factores, elevar la inflación hasta el 4,5% a finales de año, según varios analistas consultados por OKDIARIO.

El intenso calor está obligando en muchos casos a adelantar la recogida de las cosechas de gran variedad de productos -así es el caso emblemático de la vendimia, que ya ha empezado en buena parte de España, quince días antes de la época tradicional-. Gran parte de la recolecta está registrando una merma importante de la cantidad que provocará una disminución de la oferta y la consiguiente subida de los precios. A esto se suma la complicado situación por la que atraviesa Ucrania tras el nuevo veto impuesto por Rusia a la exportación de cereales, que amenaza con poner fin a dicho país en su calidad de granero de Europa.

El empeoramiento de las condiciones encarecerá no sólo el pan o el aceite, y todos aquellos productos que dependen de los cereales, sino que subirá igualmente el pienso para alimentar a los animales y su precio de mercado. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que los agricultores y ganaderos negocian sus precios a un año vista, por lo que lo más probable es que la próxima revisión acabe en un aumento de los mismos, pues hasta el momento mucho de los productores están soportando costes más altos que los ingresos que perciben, opina Manuel Balmaseda, economista jefe de Cemex.

Según Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de la consultora Freemarket, otro de los factores que empujará sin duda la inflación al alza hasta cotas que podrían llegar al 4% o superarla en diciembre es el coste de la mano de obra. «En concreto, y en lo que se refiere a la agricultura y la ganadería, el incremento continuado del Salario Mínimo impulsado por la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha empezado a causar estragos, unido al aumento general de los costes». En términos generales, la inflación también va a subir por el incremento generalizado de los salarios en todos los sectores.

Convenios colectivos

Según los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria, la subida salarial en las grandes empresas y las pymes fue del 5,7% entre abril y junio, un aumento que se suma al crecimiento del 5,7% del primer trimestre del año. La información del organismo de Hacienda es complementaria de la que ofrece el Ministerio de Trabajo sobre los convenios colectivos, según la cual, en los acuerdos recientemente firmados los incrementos de sueldos rondan el 4,2%. El avance de los precios entre enero y junio fue de un 4% de promedio. Esto refleja que los trabajadores están empezando a recuperar el poder adquisitivo.

Tanto el Banco de España como el Banco Central Europeo han desaconsejado vivamente que se produzca una espiral de subidas salariales con el propósito de recuperar el poder de compra porque tendría el efecto contrario de disparar la inflación y obligar al banco central a subir más intensamente y por más tiempo los tipos de interés.

Otro de los componentes que cita Balmaseda como una amenaza es el precio del petróleo, que ya ha comenzado a aumentar, y que tendría una repercusión clara sobre el coste del combustible, que es vital para el desarrollo de la actividad económica. Éste podría alcanzar hasta los 90 dólares por barril durante 2024, lo que complicaría sensiblemente la lucha contra la inflación emprendida por los bancos centrales de Estados Unidos, la UE y Reino Unido, según un informe de Bank of America a cargo de Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados. Este analista estima un precio de 90 dólares por barril para 2024 y advierte de que el encarecimiento del crudo es ya un hecho.

El efecto indirecto de tal incremento es el coste de venta al público de los carburantes, que está influido en gran medida por el agotamiento del stock de los productos refinados coincidiendo con el aumento de la demanda en la época estival del año. De hecho, el precio medio de la gasolina y del gasóleo ha mantenido su tendencia al alza y se consolida en máximos desde principios de mayo.

La combinación de todos estos factores daría al traste con el optimismo del actual Gobierno en funciones y de su presidente, Pedro Sánchez, que ha presumido hasta la fecha de tener la inflación más baja de la UE, incluso por debajo del 2%. Pero los datos ya han comenzado a torcerse. De hecho, la inflación continuó su senda de crecimiento en julio y se aleja de la tendencia bajista que mantuvo a principios de año. El aumento de los precios se aceleró hasta el 2,3%, cuatro décimas más que el dato del mes anterior, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El encarecimiento de los carburantes ha sido uno de los factores clave, además del precio de los alimentos y bebidas, que ascendió en un 10,8%, cinco décimas por encima ante el encarecimiento de las frutas, los aceites y las grasas.

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